V. Las inquietudes sociales

LA SENSIBILIDAD SOCIAL DE ARAMENDÍA

Al final del siglo XIX surge una generación de médicos inclinados a los estudios sociológicos e interesados por las condiciones de vida de las clases populares, próximos a sus miserias, con sensibilidad social, que se tecnificarán y especializarán1. Félix Aramendía pertenece con claridad a esa generación. Su tecnificación y especialización se ponen de manifiesto con la publicación de “Lecciones de Clínica Médica”; y su sensibilidad social con este texto2, extraído de una de sus conferencias en el Ateneo de Zaragoza:

“Todos los días penetro en una casucha de la calle de San Pablo; cruzo un corral lleno de estiércol; subo ocho o diez escalones y me encuentro en la vivienda de una dilatada familia; tan dilatada como es casi siempre la de los pobres. Consiste ese domicilio en un pajar, en cuyo suelo se guisa con escasa leña verde, que si no da calor, produce densas nubes de humo que ennegrecen las paredes e impurifican la atmósfera; el pavimento está formado por bóvedas descubiertas, desiguales y hundidas a trechos; los ángulos de esa habitación están ocupados por sacos de paja que por la noche se tienden en el suelo y sirven de cama a los siguientes individuos: a un matrimonio viejo (cuyo marido enfermo visito); a otro matrimonio joven, hijo de aquél; a dos hijas de quince y dieciocho años respectivamente; a un hijo de diez y seis, y a dos o tres nietecillos. Este cuadro de tristeza y de impudor, visto al natural, entristece el alma, pero aún existen otros peores.

En ellos ya no son hermanos y hermanas los que viven revueltos con sus padres, sino primos, primas, aprendices y hasta inquilinos, ocupan una misma habitación, hacinándose por la noche en lechos insuficientes de donde tienen que salir necesariamente el cuerpo quebrantado y la moral desecha”. La forma que encontró Aramendía para canalizar sus inquietudes sociales, como otros médicos de final de siglo fue la política, en la que llegó a ser Vicepresidente de la Diputación Provincial de Zaragoza; y el Ateneo, del que fue Vicepresidente y Presidente de la Sección de Ciencias Naturales. Su vocación de servicio público se había puesto de manifiesto antes, en 1881, cuando se había incorporado a la Academia de Medicina de Zaragoza, de la que fue Secretario entre los años 1882 y 1885.

En la Diputación Provincial, en la que fue Vicepresidente de la Sección de Beneficencia, tuvo oportunidad de ocuparse del bienestar de los acogidos en los hospicios, en el hospital y en el manicomio dependientes de la institución.

En el Ateneo participó activamente en los debates sobre la condición femenina y las mejoras sociales que se necesitaban para evitar males como los de la prostitución. Pero además Aramendía perteneció al grupo de médicos, catedráticos de Instituto y farmacéuticos –muy especialmente los primeros– que, según Jover3, difundieron durante aquellos años los conocimientos científicos a la sociedad española. Esa función la llevó a cabo desde la Sección de Ciencias Naturales del Ateneo.