Tuve la primera noticia sobre Félix Aramendía, cuando mi abuela Lola me contó que su padre había sido catedrático de la Facultad de Medicina de Zaragoza y uno de los promotores del edificio que ocupaba esa institución en el centro de la ciudad. Añadía entonces que ese edificio de las Facultades de Medicina y Ciencias estaba, precisamente, en la Plaza dedicada a Basilio Paraíso, quien había sido uno de los amigos de la familia. Años más tarde, cuando estudiaba la carrera de medicina, descubrí en los ficheros de la Biblioteca de la Facultad la referencia a las publicaciones de Aramendía. Pedí entonces más detalles a Dª Lola, quien solo me pudo decir que cuando su padre murió era ya catedrático en la Universidad Central y escribía un libro. No recordaba nada más, porque cuando Félix Aramendía murió, ella era muy niña.
Desde entonces una de las tareas que siempre quedaba para mejor momento era investigar sobre la persona de Félix Aramendía. Muchos años después le transmití esta inquietud al Profesor Gil Sotres, quien me animó a iniciar los trabajos, indicándome que la vida de los catedráticos de aquellos años siempre tenía interés, no solo por su actividad científica sino por su implicación en la vida social y política.
En la madurez de Aramendía se observa la influencia de sus maestros de la Facultad de San Carlos, y su pasión por la medicina y la enseñanza en la cátedra. También su afán por estudiar y divulgar los avances científicos, y su interés por mejorar la sociedad de final del Siglo XIX en la que vivía. Félix Aramendía nació en una Navarra de posguerra en la que eran frecuentes los levantamientos militares, las correrías carlistas y la delincuencia. Cuando cursaba el Bachillerato en Pamplona empezó la revolución de 1868, y mientras estudiaba la carrera de medicina en Madrid comenzó la Restauración. Seguro que todos esos acontecimientos le influyeron para comprometerse en los asuntos sociales de la ciudad en la que alcanzó la madurez, Zaragoza, donde fue diputado provincial y un destacado miembro del Ateneo.
El objetivo de este trabajo es reconstruir la vida de Félix Aramendía, desde sus orígenes en la Marcilla de mediados del Siglo XIX hasta su final en Madrid en 1894. El bachillerato en Pamplona y los estudios de medicina en Madrid constituyen el apartado dedicado a analizar la formación que recibió en su juventud. Los años de madurez de Aramendía transcurrieron en Zaragoza, donde participó de forma muy activa en la lucha contra la epidemia de cólera de 1885 y escribió su libro de Patología General, donde se puede analizar su pensamiento en el contexto de los autores del XIX. Tan intensa fue su relación con la capital aragonesa que, cuando murió, los zaragozanos, a pesar de su origen navarro, le consideraban uno de ellos. Alcanzó la culminación de su carrera académica consiguiendo la cátedra de Clínica Médica en la Universidad Central, y cuando redactaba un libro de esa disciplina dirigido a sus alumnos de San Carlos, le sobrevino la muerte a los 37 años de edad. No cabe duda de que fue una vida corta, pero provechosa gracias a su capacidad de trabajo, al entusiasmo que tenía por su profesión y por la vida universitaria, y a la entrega con se dedicó a los asuntos sociales.
Para la redacción de este trabajo se han consultado el archivo del Instituto de la Plaza de la Cruz de Pamplona, el de la Universidad de Zaragoza y el de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. El expediente de Aramendía como catedrático se ha obtenido de la Sección de Universidades del Archivo General de la Administración de Alcalá. También se han revisado los libros de actas de la Comisión Provincial de la Diputación Provincial de Zaragoza correspondientes a los años en que Aramendía fue diputado y Vicepresidente de la Diputación. Ha resultado de gran utilidad la revisión de la colección de la revista “La Clínica: Revista de Medicina, Cirugía y Farmacia” correspondiente a los años 1880, 1884 y 1885, que se conserva en la hemeroteca de la Facultad de Medicina de Zaragoza, y los periódicos de los años 1885 y 1894, que se conservan en la hemeroteca municipal de esa ciudad. Tanto la Real Academia de Medicina de Madrid como la de Zaragoza facilitaron toda la información con que contaban relacionada con Félix Aramendía.
Por último, la familia Aramendía ha facilitado los documentos personales que obraban en su poder y que han permitido completar el estudio de quien, a pesar de su juventud, fue uno de los clínicos más brillantes del final del Siglo XIX en España.